Es tierra melancolía perros, y la ruta avanza.
Artistas de Noruega, Estonia y Argentina.
Artistas: Dana Ferrari, Dénes Farkas, Dillan Marsh & Eleanor Clare, Endre Aalrust, Gabriel Johann Kvendseth, Hernán Soriano, Karen Kipphoff, Karen Skog, Maia Urstad, Nahuel Agüero, Nicolás Robbio, Ragnhild Aamås (Rain), Randi Nygård y Stian Ådlansvik
Curaduría Melina Berkenwald
04 DE FEBRERO 2022 - 04 DE MARZO 2022
Habitan la sala obras de artistas de Noruega, Estonia y Argentina. Agrupadas, sí, pueden estarlo. Emparentadas, desde ya, por ejes que las atraviesan, no de una sino de varias y diversas maneras: animales, payasos y personajes que deambulan las noches, aparecen en pinturas de texturas planas y pastosas. Naturalezas, paisajes inmóviles como ruinas que dejó el paso del tiempo, son retratados por la cámara y el video, o quedaron marcadas en objetos remanentes del viaje que las dejó abandonadas en el asfalto del conurbano. Elementos encontrados se ensamblan como tótems, semillas talladas se transforman, herramientas sin función cargan tantos simbolismos; y aparece la alquimia y el misterio. Hay también paisajes de vidrio de arena de vidrio, de una costa de río o de mar, complementando bosques que surgen de papeles calados emergiendo como en un cuento de hadas o un breve film de carretera. Se vislumbra también, a oscuras, una obra maestra de la arquitectura carioca que sigue abandonada en el Líbano, que nunca se terminó de construir, y nos cambia el rumbo al cielo de los domos, de baldes abandonados, y de nuevo hay un perro que acompaña. En la sala, una radio transmite la hora en idiomas distintos, son lejanos los países que se anuncian, y así estamos un poco en todos lados. Una carta manuscrita enviada por correo propone un plan para un futuro viaje, marcando la distancia, y en sintonía un texto nos lleva a la ruta, que avanza, polvorienta.
Dicho de otro modo y en otro orden: estas obras nos dicen que en la imaginación hay siempre restos de recuerdos. Así con los payasos y los perros, con los personajes mareados, otros maquillados, y las obras que emanan olor a tierras costeras del origen. Viajes a otros esteros, señales casi humanas. La radio, como un mensaje trasatlántico, deja su impronta siempre viva. Una carta evoca el viaje, con olor a mar y a encuentro, a futuro. En otras obras la forma aparece al rascar la cara contra el pavimento, marcando siempre un trayecto inevitable. ¿Dónde el personaje, dónde la estatua? De especies sensibles, de historias de libertad y cautiverio. Paisajes recortados se rearman, igual que las tallas en miniaturas de carozos recién cosechados en el arte que come la mirada. Formas con humanidad, como un trasplante, y paisajes desolados, el silencio anterior a todo. Ruinas previas a ser construidas, abandonadas se transitan igual. Desde la piedra el martillo se transforma, de elemental a materia viva, obra construida, cucharas de plata hacen un vaivén que absorbe el aliento del fuego en llamas. De forma consciente, o no, lo vivido tiñe lo que se aproxima; el futuro no se piensa sin memorias, mismo haya amnesia.
Así convocan estas obras a escucharlas, verlas con el olfato que perdimos en tantos paraísos de enseñanza laica, aunque nunca lo sea realmente. Darles tiempo, darse tiempo a viajar por esta sala, cambiar los recorridos de Noruega a Argentina, de Argentina a Estonia, de Estonia a Noruega, de Argentina a Noruega, ir y venir, incluso más allá de estos territorios que son algo más propios. Y así transitar en el mismo suelo la tierra, melancolía, los perros vienen, como un malón, y la ruta avanza. Anónima, como lo seremos también en el futuro, y en totalidad.
Melina Berkenwald
Buenos Aires, enero 2022
Es tierra melancolía perros, y la ruta avanza.
Artistas de Noruega, Estonia y Argentina.
Artistas: Dana Ferrari, Dénes Farkas, Dillan Marsh & Eleanor Clare, Endre Aalrust, Gabriel Johann Kvendseth, Hernán Soriano, Karen Kipphoff, Karen Skog, Maia Urstad, Nahuel Agüero, Nicolás Robbio, Ragnhild Aamås (Rain), Randi Nygård y Stian Ådlansvik
Curaduría Melina Berkenwald
04 DE FEBRERO 2022 - 04 DE MARZO 2022
Habitan la sala obras de artistas de Noruega, Estonia y Argentina. Agrupadas, sí, pueden estarlo. Emparentadas, desde ya, por ejes que las atraviesan, no de una sino de varias y diversas maneras: animales, payasos y personajes que deambulan las noches, aparecen en pinturas de texturas planas y pastosas. Naturalezas, paisajes inmóviles como ruinas que dejó el paso del tiempo, son retratados por la cámara y el video, o quedaron marcadas en objetos remanentes del viaje que las dejó abandonadas en el asfalto del conurbano. Elementos encontrados se ensamblan como tótems, semillas talladas se transforman, herramientas sin función cargan tantos simbolismos; y aparece la alquimia y el misterio. Hay también paisajes de vidrio de arena de vidrio, de una costa de río o de mar, complementando bosques que surgen de papeles calados emergiendo como en un cuento de hadas o un breve film de carretera. Se vislumbra también, a oscuras, una obra maestra de la arquitectura carioca que sigue abandonada en el Líbano, que nunca se terminó de construir, y nos cambia el rumbo al cielo de los domos, de baldes abandonados, y de nuevo hay un perro que acompaña. En la sala, una radio transmite la hora en idiomas distintos, son lejanos los países que se anuncian, y así estamos un poco en todos lados. Una carta manuscrita enviada por correo propone un plan para un futuro viaje, marcando la distancia, y en sintonía un texto nos lleva a la ruta, que avanza, polvorienta.
Dicho de otro modo y en otro orden: estas obras nos dicen que en la imaginación hay siempre restos de recuerdos. Así con los payasos y los perros, con los personajes mareados, otros maquillados, y las obras que emanan olor a tierras costeras del origen. Viajes a otros esteros, señales casi humanas. La radio, como un mensaje trasatlántico, deja su impronta siempre viva. Una carta evoca el viaje, con olor a mar y a encuentro, a futuro. En otras obras la forma aparece al rascar la cara contra el pavimento, marcando siempre un trayecto inevitable. ¿Dónde el personaje, dónde la estatua? De especies sensibles, de historias de libertad y cautiverio. Paisajes recortados se rearman, igual que las tallas en miniaturas de carozos recién cosechados en el arte que come la mirada. Formas con humanidad, como un trasplante, y paisajes desolados, el silencio anterior a todo. Ruinas previas a ser construidas, abandonadas se transitan igual. Desde la piedra el martillo se transforma, de elemental a materia viva, obra construida, cucharas de plata hacen un vaivén que absorbe el aliento del fuego en llamas. De forma consciente, o no, lo vivido tiñe lo que se aproxima; el futuro no se piensa sin memorias, mismo haya amnesia.
Así convocan estas obras a escucharlas, verlas con el olfato que perdimos en tantos paraísos de enseñanza laica, aunque nunca lo sea realmente. Darles tiempo, darse tiempo a viajar por esta sala, cambiar los recorridos de Noruega a Argentina, de Argentina a Estonia, de Estonia a Noruega, de Argentina a Noruega, ir y venir, incluso más allá de estos territorios que son algo más propios. Y así transitar en el mismo suelo la tierra, melancolía, los perros vienen, como un malón, y la ruta avanza. Anónima, como lo seremos también en el futuro, y en totalidad.
Melina Berkenwald
Buenos Aires, enero 2022